Los sueños que imaginamos volaron entre
realidades de papel
hasta aterrizar justo ahí, a la derecha de
la sombra que proyecta tu sonrisa
cuando te enamoras.
A la izquierda de la clavícula de algún desconocido de ojos
café que secuestró tu alma.
Y allí se quedaron, convertidos en un avión
de cerillas que ardió hasta consumirse.
De las cenizas surgieron más cenizas,
hollín para la sangre y vasto humo negro
para el pensamiento.
Y de las cenizas nació la incertidumbre.
Luz(LRG).
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